Fotógrafos mambises en Jamaica
Por: Jorge Oller

Después del levantamiento del 10 de octubre de 1868 en el ingenio Demajagua, los patriotas cubanos extendieron su lucha por la libertad hasta la zona central del antiguo territorio de Las Villas. El Capitán General Blas Villate y de la Hera, conde de Valmaseda, incapaz de frenar el avance de los criollos se ensañó con las familias de los mambises y a quienes apoyaban la causa rebelde persiguiéndolos, aterrorizándolos y confiscando sus propiedades.
Miles de niños, mujeres y ancianos, heridos o fugitivos, hambrientos y haraposos, tuvieron que esconderse en lugares apartados de Camagüey, Las Tunas o los bosques de la Sierra Maestra, mientras que otros tantos buscaron amparo en tierras hospitalarias.
Jamaica, isla cercana a la costa sur de oriente, acogió humanitariamente a más de 8 mil cubanos que huían del terror colonial. Entre los refugiados estaba el fotógrafo y patriota Ernesto Bavastro y Cassard, quien milagrosamente había escapado de ser fusilado en Santiago de Cuba.
Ernesto Bavastro nació el 23 de diciembre 1837 en el cafetal de su abuelo materno,  en Brazo de Cauto, en las estribaciones de la Sierra Maestra. Aprendió fotografía y música y luego de concluir los estudios de violoncelo y flauta dio conciertos en sociedades y teatros con gran éxito, algunos de ellos con guarachas y contradanzas de su propia inspiración. En 1859, él y Pedro María Agüero proveniente de una familia de fotógrafos camagüeyanos, abrieron una galería fotográfica en Santiago de Cuba donde ofertaban retratos al daguerrotipo y ambrotipo, miniaturas en metal para medallones y sortijas, los nuevos procedimientos sobre papel y el popular formato europeo Carte de visite.
Además fotografiaron rincones de la ciudad de Santiago de Cuba y vendían las copias en su establecimiento. Alguna de esas imágenes ilustró el lujoso álbum de paisajes orientales titulado “Departamento Oriental de la Isla de Cuba”, impreso por Lamy y Collet en 1862. Bavastro también fue el primer fotógrafo que hizo retratos en Manzanillo, donde estuvo unas semanas, labor que continuó en otras ciudades y pueblos orientales que no disfrutaban aun de una galería fotográfica.
Por esos años Bavastro ingresó en la logia masónica de Santiago de Cuba donde conoció a jóvenes que abrazaban ideas de libertad e independencia para la Isla y comenzaron a conspirar. A ellos se unieron también sus hermanos Octavio y Carlos.
Seis meses después del levantamiento de Céspedes y sus seguidores en el ingenio Demajagua, los españoles descubrieron las actividades conspirativas de Ernesto y el 12 de abril de 1869 fue detenido y conducido a la cárcel de Santiago de Cuba. El comandante de la plaza, General Simón de la Torre, había pedido su fusilamiento pero un amigo del fotógrafo preso, el masón Dámaso Muñoz, coronel del ejército español, consiguió sacarlo de la cárcel y embarcarlo en un vapor francés con rumbo a Jamaica.
En la capital jamaicana, Ernesto abrió una galería fotográfica junto a su hermano Octavio, quien también logró escapar de la persecución de los colonialistas. Luego se enteraron de que en ese año su hermano Carlos había sido capturado y fusilado.
En poco tiempo, el establecimiento de los Bavastro se convirtió en una de las principales casas de fotografías de la ciudad. Pero no sólo se dedicaban a retratar, sino que empleaban todas sus energías y tiempo en ayudar a la causa independentista y a organizar tómbolas, veladas y conciertos donde Ernesto tocaba con su flauta de plata himnos, canciones y marchas mambisas. Las recaudaciones de esas funciones eran destinadas a socorrer a las familias exiliadas cuyos hombres luchaban en los campos de Cuba.
Aunque había terminado la Guerra de los Diez Años, los mambises redoblaron los esfuerzos para alcanzar la libertad y la fotografía de los Bavastro en Kingston se convirtió en un punto de reunión de los generales Máximo Gómez, Antonio Maceo, Enrique Collazo y otros importantes jefes revolucionarios que concebían planes para reanudar la lucha. Ernesto Bavastro participó en esos encuentros y fue nombrado presidente de Comité Revolucionario de Jamaica. Su dedicación a la causa era tanta que el General Antonio Maceo dijo de él: “Ernesto Bavastro es el cubano más redondo que he conocido. Para él no hay derrota”.
Y aunque José Martí no conoció personalmente a Bavastro, porque ya el fotógrafo había muerto cuando nuestro Apóstol visitó por primera vez a Jamaica en 1892, sí se escribían y el Maestro le tenía gran estima y respeto, a juzgar por el final de una de las cartas que le envió el 25 de mayo de 1882 desde Nueva York, donde le escribió: “Es de V. – con placer de dirigirse a tan probado servidor de nuestra Patria – su afectísimo y a. s. y amigo José Martí “
Las responsabilidades y méritos de Ernesto continuaron hasta que le sorprendió la muerte en Kingston, el 11 de noviembre de 1887. Su hermano Octavio también había fallecido unos meses antes. Los restos de Ernesto fueron trasladados a Santiago de Cuba el 29 de enero de 1927 y fueron depositados en el Cementerio de Santa Ifigenia.
Si Ernesto Bavastro no pudo retratar a José Martí en Jamaica, lo hizo otro fotógrafo cubano: Juan Bautista Valdés Acosta.
Juan Bautista nació en Bayamo. Trabajó en una fotografía de Santiago de Cuba y emigró a Jamaica al ser acosado por sus ideas independentistas. El 1ro de marzo de 1888 abrió una galería en la calle Kenn Street nº 85, en Kingston, un año después de la muerte de los fotógrafos Ernesto y Octavio Bavastro.
Colaboró con los patriotas que planeaban y luchaban por la independencia de Cuba. Y cuando José Martí estuvo en Jamaica en 1892, todas las fotografías que se conocen de su recorrido por la isla fueron hechas por este artista. Entre ellas la que tomo el domingo 9 de octubre después de reunirse con los emigrantes cubanos que trabajaban en las vegas de tabaco de Temple Hall a unos 15 kilómetros de la capital jamaicana. Precisamente, cuando regresaban, José Martí se detuvo en un bonito lugar conocido por Bony Hill, donde Juan Bautista Valdés lo retrató solo, con el bosque de fondo. Esa resultó la mejor foto de cuerpo entero que le hicieran al Apóstol de nuestra independencia.
Juan Bautista Valdés estuvo retratando en su estudio de Kingston hasta septiembre de 1903, cuando decidió regresar a Cuba. Murió en La Habana al año siguiente atesorando el mejor retrato que le hizo al Maestro con esta especial dedicatoria: “A un hijo de sí mismo, ejemplo y honra de su patria; a un artista fino y concienzudo, al fraternal Juan Bautista Valdés de su José Martí”