En el sistema comunicativo informativo referente a la información social, se distinguen tres niveles: el lingüistico-semiótico, el artístico-literario y el bibliológico-documentario, y es en este último nivel donde se sitúan las actividades biblioteco-informativas, y dentro de estas la actividad bibliográfica. Actividad que en nuestros días recupera, organiza y sistematiza la herencia social escrita del hombre por ser memoria viva que atesora nuestras experiencias como pueblo, recuento y memoria de la cultura universal, así como su imprescindible complemento, en tanto y en cuanto es capaz de orientar, determinar y lograr el inventario precioso de la creación espiritual del ser humano.
Primitivamente bibliografía era el arte de escribir los libros y bibliógrafo el que escribía los libros, o sea, el bibliógrafo era el copista. Sin embargo, a partir de la invención de la imprenta, el crecimiento editorial hasta el siglo XVIII determina que Gabriel Naudé, bibliotecario francés de la Mazarina, considerara conveniente fijar el concepto de bibliografía en sus Consejos para establecer una biblioteca, que publicara en 1627. Según Naudé, la bibliografía tenía por objeto la descripción de los libros de manera que pudieran ser conocidas sus peculiaridades y valor, y servir de guía a los estudiosos para orientarse en la selección de sus libros”.
Otros conceptos posteriores señalan siempre como objeto de estudio las listas de libros y las cualidades que estas han de tener.
Posteriormente la profesora Louise-Noélle Malclés, de la Universidad de París, describe la bibliografía como una disciplina autónoma con características propias la cual le imprime vida y movimiento al libro en la medida que lleva al conocimiento del mundo letrado lo impreso en el pasado y lo que se imprime cada día.
En la antigua URSS existe en particular una corriente que pugna por el reconocimiento y aceptación de la bibliografía como ciencia, y por ello algunos especialistas la han denominado bibliografología, vocablo que la define como el estudio de los repertorios bibliográficos, estudio que comprende la historia, el desarrollo, y las causas que motivan el surgimiento de estos repertorios, así como su creación y estructura interna. Y precisamente de acuerdo con este concepto es que me propongo analizar los repertorios bibliográficos martianos, que establecen un hilo conductor ininterrumpido de todo lo publicado de y sobre José Martí desde su nacimiento.
La bibliografía de bibliografías martianas publicadas desde esa fecha hasta 1959 aunque sobrepasa los 40 títulos, estos resultan en su mayoría compilaciones parciales aparecidas en publicaciones periódicas tales como Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba (1909, 1953), Cuba y América (1915), Archivo José Martí (1941), Revista Interamericana de Bibliografía (1953) y Revista Bimestre Cubana (1958). Otras compilaciones también parciales fueron incluidas en libros y folletos. Sin embargo, en esta etapa las obras Fuentes para el estudio de José Martí, de Manuel Pedro González y la Bibliografía martiana (1853-1955), de Fermín Peraza, publicadas en Cuba, en 1950 y 1956 respectivamente, son obras excepcionales que opacan todos los esfuerzos anteriores y constituyen, aún en nuestros días, instrumentos de consulta imprescindibles para el estudio del movimiento editorial sobre la vida y la obra de José Martí en el período 1853-1955.
Fuentes para el estudio de José Martí es un ensayo de bibliografía clasificada en el cual su autor describe y sistematiza cientos de documentos hasta entonces dispersos. Manuel Pedro González reunió estos materiales bibliográficos a lo largo de más de 20 años de trabajo en el campo de la historia de la literatura hispanoamericana. Su empeño por proveer de una guía útil a quienes intentasen examinar de algún modo la vida, la obra o la personalidad de José Martí, 40 y tantos años después de publicado, mantiene su vigencia, y aún presta y prestará por mucho tiempo un inapreciable servicio bibliográfico.
La idea de esta recopilación, pionera dentro de la bibliografía martiana, le fue sugerida a su autor al comprobar el desconocimiento que respecto a José Martí tenía la juventud universitaria norteamericana. Los materiales que la integran fueron recuperados en bibliotecas públicas y privadas de Cuba, México y Estados Unidos.
Y aunque Manuel Pedro González no se propuso una bibliografía selecta, sí logró desde el punto de vista técnico una bibliografía selectiva, pues al enfrentarse a la inmensa masa informativa que ya había generado la obra de José Martí, 96 años después de su muerte, desecha miles de editoriales, notas, poemas, artículos y discursos que, según palabras de Jorge Mañach, se caracterizan por “un panegirismo desbordado y sin detalles, amenazado de convertirse en inerte beatería”.
Sin embargo, lamenta no haber incluido en su bibliografía pasiva toda la documentación digna de figurar en ella, preocupación válida de un auténtico investigador, pero en ningún modo deficiencia de su obra, pues ya desde el siglo XVI ese afán abarcador de la bibliografía universal casi moriría al nacer, ante el crecimiento editorial que generó la invención de la imprenta.
Para la estructura de Fuentes… el autor confiesa no utilizar los métodos técnicos de la bibliografía de su tiempo, y agrupa la información recuperada en forma simple de manera que la sola consulta del índice guía al lector y lo sitúa sobre la pista de los estudios que más le interesan. En la bibliografía activa utiliza la misma ordenación que Gonzalo de Quesada y Miranda para la edición de las Obras completas publicadas por la Editorial Trópico (véase el volumen 70: Guía para las obras completas de Martí) y divide la bibliografía pasiva en cuatro grupos de estudios: el primero hace especial referencia al hombre, a su valor humano y a su quehacer o papel histórico; el segundo, al estudio de sus ideas; el tercero alude al artista de la palabra en las múltiples formas que Martí cultivó; y en la miscelánea incluye estudios menores, una addenda y otras fuentes de información que contribuyen a dar a conocer la resonancia internacional que la vida y los escritos de José Martí habían alcanzado por esta época. En fin, que esta obra monumental no solo enriquece sobremanera la bibliografía martiana de su tiempo, sino que tiene el indiscutible mérito de haber desbrozado caminos y de haber sido, y seguir siendo, punto de partida para incontables investigaciones martianas.
Otra obra también imprescindible es la Bibliografía martiana (1853-1955) repertorio bibliográfico que incluye las compilaciones parciales que publicara Fermín Peraza desde 1937 hasta 1954, en el Archivo José Martí (1940), en el periódico El Mundo (1941), en su Anuario Bibliográfico Cubano (1940-1942, 1949-1950), en la Revista Interamericana de Bibliografía (1953), y en su Bibliografía martiana, Edición del Centenario (1853-1953), patrocinada por la Comisión Nacional Organizadora de los Actos y Ediciones del Centenario y del Monumento a Martí (1954). Al agrupar todos estos trabajos en la edición de 1956 Peraza dividió su obra en forma tradicional, o sea, en bibliografía activa o primaria, y en bibliografía pasiva o secundaria. A este cuerpo bibliográfico le añadió un complemento contentivo de adiciones a los años bibliografiados, y la bibliografía correspondiente a 1954-1955. Finalmente, el índice analítico facilita la búsqueda, remite a todo el cuerpo bibliográfico, e incluye materias, autores, y nombres personales y geográficos. Este volumen de más de 700 páginas también sigue siendo, aún en nuestros días, apreciado repertorio de consulta respecto al período bibliográfico que abarca.
Después del triunfo de la Revolución, el Departamento Colección Cubana de la Biblioteca Nacional incorpora a sus tareas la compilación bibliográfica martiana, y es Celestino Blanch quien retoma la guía que vertebrara Peraza hasta 1955. Blanch logra publicar en 1965 la Bibliografía martiana correspondiente a los años 1954-1963, delimita su obra al período postcentenario del Apóstol, aunque reitera las descripciones bibliográficas de los años 1954 y 1955 que Peraza había incluido en su segunda edición de 1956. Esta compilación adopta la misma estructura que utilizara Fermín Peraza.
Años más tarde, exactamente en 1968, se crea la Sala Martí de la Biblioteca Nacional, que a partir de 1971 iniciaría la publicación del Anuario Martiano. En el primer volumen Blanch continúa su labor bibliográfica, y publica la bibliografía correspondiente al período enero 1964-agosto 1968. En breve nota introductoria explica que la entrega a la redacción del Anuario para su publicación, a mediados del año 68, le impide completar este último año. Además, anuncia que la dirección del Anuario publicaría esta información como sección fija, y mantendría un apéndice de fichas rezagadas con vistas a su completamiento y actualización. Sección fija que a partir del Anuario Martiano 2 quedaría bajo mi responsabilidad debido al traslado voluntario de Blanch para la Fragua Martiana, y por gentil iniciativa de Cintio Vitier cuando apenas yo me iniciaba en estas tareas. Más adelante al crearse el Centro de Estudios Martianos (CEM), en 1977, (también se crea la Biblioteca de este Centro con los fondos de la Sala Martí) el Anuario Martiano (el cual se publicó durante siete años) se convierte en Anuario del Centro de Estudios Martianos, y en todos y cada uno de estos volúmenes se ha publicado ininterrumpidamente la bibliografía martiana. Por estas razones la podemos considerar completa; por supuesto, contando con la obra de Manuel Pedro González y de Fermín Peraza.
Con respecto a la estructura bibliográfica en los anuarios, las descripciones se fueron modificando de acuerdo con las reglas que adoptara la Biblioteca Nacional de Cuba, y con excepción de los dos primeros, todos poseen una indización auxiliar que también fue modificándose en beneficio de un lenguaje de búsqueda cada vez más acorde con las características de la obra compilada.
Pero ante el cúmulo de información de los primeros 30 años de Revolución y las dificultades para su acceso, ya que una búsqueda exhaustiva suponía la consulta de no menos de 20 volúmenes (siete anuarios de la Sala Martí y trece del Anuario del Centro de Estudios Martianos) y ante las presiones de la demanda informativa que enfrentaba y enfrenta la Biblioteca Nacional, fue preciso acometer la reclasificación de las miles de descripciones bibliográficas publicadas desde 1959 hasta 1989, con el propósito de lograr un solo repertorio de consulta, compilación abarcadora del período 1959-1989 y que bajo el título de 30 años de Bibliografía martiana entregamos, mi hermana Josefina y yo al CEM , en 1991. Este repertorio, aún no publicado, aunque el CEM hace constantes gestiones para ello (del original posee copias la Biblioteca Nacional José Martí y el propio Centro), presenta un cuerpo sistemático que sigue el paso a la vida y a la obra de José Martí según las secciones en que ha sido dividido.
En la bibliografía primaria se describe la obra activa siguiendo la cronología original de las primeras ediciones de la obra martiana; en cuanto a sus crónicas publicadas en la prensa periódica estas aparecen divididas en las secciones siguientes: Textos publicados originalmente en la prensa del siglo XIX y Textos no publicados en su época sino descubiertos posteriormente; la cuarta sección incluye obras completas o escogidas, antologías y selección de textos, y la quinta la obra martiana traducida a 19 idiomas. La estructura de la bibliografía pasiva o secundaria es aún más analítica, abarca Referencias generales y específicas; Datos para su vida (incluye biografías); Historia y Obra política (en esta sección las descripciones bibliográficas sirven de hilo conductor a partir de la Guerra de los Diez Años (1868-1878) hasta la muerte de José Martí (19 de mayo de 1895); en otra sección, Literatura y Obra Literaria, se incluyen críticas e interpretaciones de las páginas martianas; otra sección destaca las temáticas de mayor demanda por parte de estudiosos e investigadores (Filosofía, Discriminación Racial, Economía, Esclavitud, Imperialismo, Vigencia, etc); otra refiere la presencia e influencia posterior de Martí en el arte, la cultura, la literatura y el teatro; y otra, la Relación con otras figuras (Los que conocieron a Martí, y otros de sus contemporáneos, así como la relación de la obra martiana con la obra y pensamiento de grandes figuras, y con estudiosos e interpretes de la obra martiana). Por último, se incluyen descripciones que dan fe de la promoción y repercusión de la obra martiana en Cuba y en el extranjero; y al final, reseñas de libros y de y sobre José Martí publicadas por estudiosos y especialistas en la materia.
La indización auxiliar (de títulos y analítica) es aparato de búsqueda que ofrece al investigador miles de posibilidades (más de 6000) para llegar al dato preciso, y salva las dificultades que algún investigador pueda encontrar consultando directamente el cuerpo bibliográfico. Y aunque el repertorio casi en su totalidad está integrado por la información bibliográfica cronológica publicada en los anuarios, añade nueva información respecto a los años 1959-1969. Su orden sistemático y su análisis (tanto en su tabla de contenido como en su indización auxiliar) lo convierte en un nuevo repertorio con incontables posibilidades de búsqueda. Y a los más avezados investigadores, más allá de lo explícito les garantiza también incontables posibilidades implícitas.
Posteriormente a 1989 en cada Anuario he compilado las bibliografías de cada año, siempre con información rezagada, ésta última en orden cronológico decreciente.
Y a partir del año 1998 la bibliografía correspondiente a 1997 publicada en el Anuario 21 no utiliza el índice analítico sino el onomástico, manteniendo el índice de títulos que remite a la obra activa. Esta decisión fue tomada ante el crecimiento en algunos años de la Bibliografía Martiana ya que al ser el cuerpo bibliográfico mayor el índice analítico crecía, por ello basándonos en la estructura que requirió 30 años de bibliografía martiana la cual posee una tabla de contenido muy explícita asumimos el índice onomástico que es más breve mientras la tabla de contenido suple la información que antes ofrecía el índice analítico.
Actualmente compilo la Biblliografía Martiana 2021 que corresponderá al Anuario n°44
Quiero recordar que la labor desempeñada por Cintio Vitier y Fina Garcia Marruz en la otrora Sala Martí fue una labor de compromiso, de amor y de disciplina conmovedora. El respeto y el rigor de ambos por la obra martiana es y será siempre un ejemplo extraordinario.
En la Sala Martí surgieron las más lúcidas reflexiones martianas en los dos volúmenes de los Temas Martianos, nuestros temitas como me dijo un día Cintio; y del culto y la devoción que se respiraba en aquella Sala decorada modesta y dignamente con imágenes de la vida y la obra del Apóstol, surgió años después del espíritu y del recuerdo de aquellas paredes, el tan merecido Memorial en la Plaza de la Revolución el cual rinde culto al inmenso cubano; y de la Sala Martí surgió también el Centro de Estudios Martianos el cual ha logrado un trabajo de investigación y promoción inestimables, después y más recientemente es preciso destacar el trabajo admirable de la Oficina del Programa Martiano.
Estoy convencida que el espíritu de la Sala Martí, donde la magia también jugó un papel, fue el motor impulsor, no sólo para el estudio y promoción del maestro, en estos años, sino para que cada año no me sea oneroso compilar la obra martiana en medio de múltiples tareas, entre otras la de dirigir un Departamento en la Biblioteca Nacional José Martí, seguir el paso al movimiento editorial de otras figuras cimeras de la cultura cubana y realizar otras funciones. La bibliografía martiana ha sido una constante en mi vida desde 1968 hasta nuestros días.
Verdaderamente la Sala Martí fue indudablemente cuna y renacimiento del verdadero Martí, de ese Martí que vive hoy en el pueblo de Cuba.
En fin gracias a la Biblioteca Nacional José Martí, a Cintio, a Fina,y a su Sala Martí, una de sus grandes obras por ser obra que no cesó sino que creció y crece a través del Centro de Estudios Martianos .
Y en cuanto a mi aporte a la promoción de la vida y la obra de José Martí, no he enriquecido la crítica ni como exégeta ni como historiadora, sino que como bibliógrafa he tratado de captar dentro de su obra activa y pasiva palabras claves y temas generales y específicos para servir a los estudiosos e investigadores. Creo que desde mis bibliografías he ejercido y promovido las ideas martianas que año tras año han servido a decenas de miles de estudiosos, pero también han fortalecido mi vocación de servir, creo que con esta praxis ejercida con los contenidos martianos he logrado una especial disciplina y un concepto mayor del servicio bibliotecario, pero también creo que he mejorado como persona. Siempre tengo presente la fe del maestro en el mejoramiento humano, y uno de los caminos para lograrlo es trabajando con disciplina y rigor.