La Edad de Oro, una obra para el futuro

“Para eso se publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy (…) Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros”.

Esta fue la dedicatoria de José Martí para aquella revista mensual de recreo e instrucción publicada en Nueva York, entre julio y octubre de 1889, de la cual solo salieron cuatro números que quedaron para la posteridad. El Maestro se entregó con amor a la obra que tiene un mensaje universal. En sus cuentos, poemas, versos y artículos inculcó su recio ideario anticolonialista, el amor por la gran patria latinoamericana, la devoción por la justicia, la verdad y la belleza.

En 1905, diez años después de que Martí cayera en Dos Ríos peleando por la libertad de Cuba, Gonzalo de Quesada —alumno suyo— reunió los cuatro números de la revista y con ellos hizo el libro La Edad de Oro, que hoy encontramos en cada escuela, en librerías y bibliotecas, el que busca y añora cada niño cubano, cada pequeña o pequeño que anda por el Sur, desde el Río Bravo hasta la Patagonia.

La Edad de Oro es, sin duda, un libro que cautiva a cualquier edad. Es así que crecimos con los cuentos de los Tres héroes, Meñique, Los dos príncipes, Nené Traviesa, El Camarón encantado, La muñeca negra o Los dos ruiseñores. Y qué decir del poema Los zapaticos de rosa. Son legados que recibimos desde pequeños y que nos sirven para toda la vida.

Al decir del doctor Salvador José Arias García, especialista del Centro de Estudios Martianos, la perennidad de este libro —que ocupa un lugar prominente en las letras cubanas—, está dada en primer lugar porque “Martí quiso hacer esta obra para el futuro; él pensaba, en su proyecto cultural y revolucionario, que hablar a los niños, convencerles, transmitirles ideas iba a garantizar el porvenir. Pues muchos de los temas que trata poseen una vigencia tremenda”.

Todos los que quieran ser hombres buenos, deben leerlo; y los que tenemos la responsabilidad de educar, el deber de explicarlo, solo así haremos de “La edad de oro” el mejor amigo, y de sus páginas la guía para hacernos hombres y mujeres de bien, porque no solo fue un proyecto para niños, sino para hombres de futuro.

Fuente: Raquel Marrero Yanes